Esta reseña ya tiene unos meses pero decidí, plasmarla por
que me gusto mucho la travesía… Para que viajar tan lejos sin aun encuentro
lugares nuevos en mi zona de recreo.
Acabo de aterrizar en mi casa luego de pasar 2 días perdido entre las montañas circundantes de Veracruz y
Puebla, es sorprendente lo que mis ojos ven en cada rincón de estos lugares,
por un lado en la sierra madre oriental, los acantilados son como sacados del libro de “lord of the
rings” (pillars of the kings), Quimixtlan
colinda con Tlachichuca, lugar al que fui a desayunar, y observar el
Pico de Orizaba, me gusta admirar a este
vivo testigo del paso de mil vientos y mil tormentas, precozmente nevado, miles
de años han pasado frente a él y hoy he llegado yo buscando la sorpresa de los
desconocido, pero esta vez no será, solo a lo lejos nos miramos uno al otro,
esta vez me mira con respeto, conoce mis intenciones, sabe de mis miedos, y
como los enfrento, ya no le soy un desconocido, me saluda ofreciendo maravillas
a mi vista, inconquistable para mi cámara de fotos. A mi regreso llene mi tanque de gasolina, en
el entronque de la carretera a patlanalan,
lugar donde pase la noche anterior y que gracias a Dios, han instalado
una gasolinera, justo allí dormí.
Gran travesía en no más de 300 kilómetros redondos,
suficientes para regresar a casa y arreglar todas esas cosillas de las que un hombre se cargo.
Me resulta excitante viajar en moto o en bici, sobre todo en
lugares difíciles, topográficamente hablando, y si es con lluvia mejor, es
afrodisiacamente espiritual viajar con este monstruo meteorológico día a día.
En la cascada de chilchotla (sierra madre oriental), existe
una cascada, no muy impresionante, pero cascada al fin, lo que si es delirante
es un puente colgante, que rebasa los límites del riesgo, cuando se atraviesa
pareciera que convulsiona, con riesgo a vomitar al vacío al osado que lo cruza.
En esta parte de mi pequeño recorrido tuve que hacerla de
“encantador de serpientes” y es que me atrajo la atención el remolino de gente
en las escaleras, cuando me acerque, la gente decía “una serpiente” baje la
cabeza y en el pasamanos había una serpiente, y atraído por los encuentros con bichos raros la mire, me
echo´ una mirada bestial y un tanto incomoda cuando me le acerque, sin embargo
tenia que ser héroe, no era una serpiente abominable, pero son de cuidado (no
las soporto), tome una vara y la levante ante el asombro de la gente que decía
“se avientan esas” vaya, que si los lugareños le tuvieron miedo era
por que quizá si, la arroje al vacío y me gane las sonrisas de los niños y de
las chicas, que me veían como al “líder
de la manada” versus viperino,
Llegando a Teocelo, me tope con una manifestación que me
hizo recordar “tiempos violentos”, la gente comenzó a insultarme al momento que
serpenteaba entre los autos parados y la gente descontenta no se por qué, fue
lo mas aterrador que me toco vivir, finalmente logre pasar para terminar
comiendo en Coatepec, un calzonne clásico y una cerveza bohemia oscura.
Mientras comía, evocaba mis caminos, los peligros, como el evitar ser aplastado por tanto
deslave en las salientes de tanto risco, dormir en una gasolinera, lluvia, sol,
nubes, neblina, personas, carreteras, lodo, piedras, ha sido una travesía a lo
bruto (por la época) sigue la lluvia,
pero no me importa, mi memoria de montañas, picos, ríos, arboles, lluvia y
tanto verde contra las rocas es todavía muy fresca, tesoros que están
escondidos debajo de mi almohada. Espero
que también estén disfrutando las vacaciones.
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