Amigos en el
tiempo...
Con el
titulo lo digo todo, aunque no soy escritor, y en más de diez anécdotas he
sentido miedo al ridículo, no encuentro otra manera de expresar lo que vivo, de
compartir mis vivencias como ciclista y como persona, he querido renunciar a
escribir, pero hay algo dentro de mi, que me hace continuar, quizá sea mi
orgullo enmascarado de humildad, quizá sea mi manera profunda y clara de ver la
vida o la intensidad con la que a diario
intento hacerle frente a sus caras lindas y en ocasiones no tanto, o a veces siento
esa presencia anónima de Dios, (así sea) lo cierto es que casi siempre acabo
haciendo caso omiso de todo eso y acabo sintiéndome como si no fuese yo mismo.
Hoy extraño
a mis amigos, aquellos que figuran en el tiempo cual manantial de estrellas en
medio del mar, cerca y lejos, con quienes hace muchos años, descubrí este mundo
fascinante llamado ciclismo de montaña, del cual me quede prendido hasta mi
muerte seguramente, aun busco la silueta de mis amigos Juan cerrillos, Manuel
lee, Iván Fernández, entre el follaje crujiente de primavera y en las hojas tremulantes de los pinos en las noches de otoño, en ocasiones aun estoy
siguiendo el vaho de sus vapores congelados en el aire nocturno, extrañas
sensaciones me invaden cuando me adentro en la inmensidad de mi imaginación y
los recuerdo. Es justo cuando Dios con su alargada mano se acerca a mí, toca mi hombro, me abraza con su abrazo de
maderas, me dice algo y siento su aliento aletear cual colibrí sediento, me mira
con su profunda mirada de nubes estratos,
y sé que así tenia que ser disfrutarlos así de esta manera, los quiero
perpetuos, me llamo hace poco Manuel, sabes amigo cuanto te echo de menos , cuanto me gustaría
ser bueno y dedicarte algo, una carrera, una victoria, una odisea, continuare
dándole todo para conseguirlo no lo dudes amigo.
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