Busqueda?

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miércoles, 5 de septiembre de 2012



Para poder disfrutar lo que me gusta, hay que sentir lo que no me gusta.
Hubo un día   en que creí vencer incluso la gravedad, en que mi cuerpo terráqueo mutaba y llegaba  a ser una maquina, sentía haberme fundido con mi bicicleta, me sentía inalterable, eterno, como si levitara o como si perteneciera a otra galaxia, al grado de caer en la arrogancia, tanta velocidad conseguida sobre mi bicicleta había rebasado hace tiempo, los limites del ego, no había cabida a  cualquier señal de humildad, de la prudencia, de la madurez, o del raciocinio, no me lo pensaba ni un segundo cuando de salir al monte se trataba, a sentir la pasión, a renovar la ultima, mis manos las imaginaba como dos saetas cortando el viento, y mis ojos eran como dos rayos laser dibujando el terreno sin perder detalle, para poder tragarlas con las ruedas de mi maquina, a los lados no había nada, solo viento cortado por la velocidad de la flecha fundida por carne, hierro, caucho y cables, descerebrado, solo nervios obedeciendo al impulso compulsivo de sentir, viseras y glándula suprarrenal con hipertrofia y exceso de adrenalina, mi mente comía y soñaba bicicleta desde los cinco años de edad, era impostergable, jamás decía no, y mis invitaciones eran un reto disfrazado para los que osaran recorrer mis rutas a ritmo vertiginoso.
Pensaba estar descubriendo otra modalidad del ciclismo de montaña (mtb), subir hasta casi asfixiarme y bajar como poseído, luchar contra la gravedad, en esas veredas que casi no se podía bajar para después vencerla trepando por ellas, no pensaba en la posibilidad de perder la buena suerte, sentía que si me accidentaba seria para morir, pero existe algo peor que la muerte en si, un accidente te puede cambiar la vida, física, mental e incluso emocionalmente, un accidente es un repaso en la vida de lo que has hecho, lo que has vivido, y lo que te falta por hacer.
Hacia un mes que moría mi hermano, y como fantasmas rondaban sus siluetas entre las fincas, entre las nubes, en el agotador sol, y en los sorpresivos aguaceros de julio y agosto, aspiraba a cada subida un aroma a cirio y a flor sepulcral, a madera y a fraternidad, y un dolor profundo en el pecho acompañado de un vaho meditabundo, que intentaba apaciguar sintiendo esa pasión frenética por la bicicleta, esa mágica sensación tan efímera, ese arrebato por la velocidad y el terreno accidentado, sentir como mi cuerpo se comprime y se expande en una extraña danza de miedo y placer, que  provocaban que de mis poros segregaran gotas de excitación, cuando llegaba a casa solo murmuraba, “gracias Dios”.
Aun me resulta absurdo y gracioso, que por un descuido casi pierdo la cordura y la razón, según yo,…(ya que hacia tiempo la había perdido). Mil razones tenia yo para justificar mi intempestivo afán por perderme entre bosques de raíces, piedras, y obstáculos, solo para sentir esos momentos adrenérgicos tan breves pero que te forman un carácter, (mentía incluso para poder escaparme).
Al final tanta locura y pasión por el mtb, pero sin la prudencia dentro del camel, me dejo un azotón  contra el globo, fractura de cubito y radio, y unos alambres en mi cara, que incluso cuando no hay señal en mi radio de pilas, basta con tocar la antena con mi pómulo y listo, tengo hasta onda corta, recordar todo aquello, las diferentes estaciones medicas del hospital, me dan una sensación de paz, (me creí steve Austin, Hombre Nuclear).
Hoy se bien que las coincidencias son la manera anónima de la presencia de Dios, no quiero hacer bulla de que lo mio sea sensacional, (existen casos peores), pero es mi historia, es verdad, quiero transmitirlo a mis amigos y a todos, que sirva de algo, de como yo dejaba a mis pequeños hijos ay a su madre, solos para según yo ir en busca de equilibrio, y encontrar todos los porqués?. Hoy sigo con algunas dudas respecto a la vida, pero de lo que no tengo ninguna es de que la vida debe vivirse al limite con madurez pero sin miedo, en mi caso el miedo no lo deje en mi caída, donde casi pierdo un ojo o la vista, al estallar en tres partes la orbita que aloja mi preciada pupila, el miedo se quedo allí, en la sala de espera, reflejando la preocupación de mi amigo Armando, a través del vidrio, junto con mi madre y mi esposa, el miedo se quedo en la sala de observación donde los médicos murmuraban, “quizá convulsione”, descartemos fractura de cráneo, el miedo se quedo fuera del hospital de Veracruz cuando Salí, acompañado de un viento tan violento como la enseñanza que Dios diseño para mi, mis miedos y fantasmas ya no viajaron de regreso a  Xalapa, desaparecieron al abrazo con mis pequeños hijos en la central y juntos los cuatro  nos fuimos a cenar.
Aun con todo esto amo el mtb, respeto al ciclismo y cualquier actividad extrema, amo la vida, no tengo dudas, invito de corazón a que rueden, rueden y rueden, sin embargo cuando estoy solo a veces suelto el freno y pienso, ¡viva la vida, vivan nuestras pasiones!, estamos vivos!
Salud!!!  





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