Busqueda?

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lunes, 11 de febrero de 2013


La agonía de un aliado mío.
Así es, muy cerca de irse a descansar se encuentra un invierno más, un aliado mío, aunque pesadilla de muchos. Quizá en mi otra vida fui un oso polar, un monje tibetano o tal vez un esquimal con espíritu errante. Lo cierto es que cada año espero la llegada del invierno para salir en mi bicicleta y practicar algo que ya es un “estilo de vida”.



Todas las estaciones son especiales y lindas, el verano es el preferido de muchos, no niego que me encante, pero narrar historias de MTB veraniegas siempre es lo mismo, los pajarillos cantando, los días invariablemente perfectos, las condiciones idóneas de sendero, la piel bronceada, las chicas más hermosas y sexys que nunca, bañarse en un río después de la salida en bici, nadie huye todos quieren detenerse y comer algo. El verano es hermoso en su monótono ambiente campestre.
Y antes de que muera, ya que muchas veces con él se me van las ideas y la inspiración bikera, quiero hablar de la “oveja negra” de las estaciones, (ya que no podre hablar de fríos  hasta en un año). Radical en su meteorología, imprevisible y dado a las jugarretas de mal gusto. Te pone la piel como una gallina, te encoge tu humanidad, y la maltrata sin miramientos. .. Como un pervertido sádico que sabe dónde hacerte daño.
El invierno me seduce por su reto constante, el invierno y yo tenemos cuentas pendientes año con año, es mi batalla, son mis carreras, sin embargo es mi aliado, siempre trae en un saco, un cumulo  de experiencias, que me dan fortaleza, humanidad, reflexión, paciencia, tolerancia, y respeto por el medio ambiente y los seres vivos que lo habitan.
Donde yo vivo, puedo observar cuando la fiera amenaza, puedo ver su presencia y llamado. Con tan solo pedalear 30 minutos, llego hasta donde se encuentra la bestia salvaje y feroz, y conforme avanzo en  mi escalada, el ambiente llega a tomar  un aire grotescamente polar, pero a  base de realizar demasiadas excursiones en las que me he visto en aprietos incluso, suplicando a la mismísima virgen María por la conservación de la integridad de mis dedos y nariz, y evitando caídas, con la consecuente caída de cubos de sangre por el suelo, también he conseguido valiosa información y experiencia al respecto.
El MTB invernal también tiene su encanto. En un sábado inusualmente gris, y aunque aún no he sacado la nariz de las cobijas, “intuyo” que seguramente hace un frío terrible. Salirse de la cama ha sido una tarea difícil, pero por fin consigo llegar hasta la cocina y calentarme café, y buscando que comerme para acompañar el elixir de invierno, lo pienso mil veces, hasta que motivado (mas no convencido) por usar esas prendas invernales, me dispongo a salir, no sin antes comer más de lo normal, esta época del año, me invita a comer alimentos altamente grasos,  tortas de lípidos, debido a que mi metabolismo se aletarga, reduce sus revoluciones, exige alimentos altamente calóricos, la suave felpa del sofá y el control del televisor me coquetean y acusan al mismo tiempo, sucumbiré a la tentación?, el reloj dice que las 6.30 A.M no son horas de salir a buscar equilibrio, sin embargo me aferro y saco la cara, jalando tras de mi la bici, y sin pensarlo tomo camino hacia la bestia feroz, no sin antes haber recurrido a las diversas técnicas de persuasión. Finalmente gana el gusanito del MTB y terminamos por sacar nuestro trasero perezoso hacia una gélida aventura más.
Es verdad que la práctica del MTB en lugares fríos requiere mayor determinación, pero la experiencia me ha enseñado como vencer ese sopor y debilidad  iniciales. En la mayoría de los casos, si uno toma las precauciones necesarias, sobre todo en cuanto a indumentaria de abrigo, las salidas invernales ofrecen todos los ingredientes necesarios para disfrutar del MTB plenamente, a la vez permitiéndote mantener la forma y la línea durante esta época critica.
Si tienes la suerte de subir a la montaña donde ha caído nieve, (cofre de perote, pico de Orizaba, etc…) la fina capa de escarcha crunch, crunch, cruje bajo el peso de nuestras bicis mientras rodamos en fantasmagórico paisaje grisáceo de nieblas flotantes, hierba helada y una totalmente austera belleza de paisaje. El vapor condensado de nuestra respiración delata la magnitud del frio,  y sin embargo podemos hallarnos cálidamente protegidos con nuestros hermosos atuendos invernales,  sintiéndonos un poco como astronautas explorando un planeta desconocido, de rasgos familiares, pero a la vez bajo condiciones totalmente distintas a las que normalmente estamos acostumbrados. El silencio reinante te hace ver lo genial que es el ser humano, te hará ver de que estas hecho, de que capacidad de aguante eres frente a las diversas situaciones cotidianas, sentirás como si toda fuente de sonido se hubiese esfumado con las constantes nubes que se secundan continuamente. Continuaras pedaleando entre bosques encantados, tipo Narnia, de repente escucharas los riachuelos rompiendo el silencio casi absoluto. Al cabo de un rato sucede lo que esperábamos como premio cuando dejamos de lado la cama y su cobijo, la niebla se disipa como por arte de magia y sobre nuestras cabezas aparece un cielo despejado y azul intenso, y el tímido y débil sol acaricia suavemente nuestros sentidos, no somos los únicos agradecidos de su presencia, podría jurar, que justo en este instante todos los seres vivos podrían estar juntos y convivir en completa armonía…
Aunque puede hacer un frio condenado durante las primeras horas de la mañana, al mediodía se hace perfectamente tolerable , los arboles desnudos, la hojarasca crujiente, la hierba amarillenta, las chimeneas humeantes, la calidad humana de la gente montañera, todo parece bañado en una luz mágica y surreal, todo parece imaginario y celestial, las multitudes desaparecen, los moscos están dormidos, eres otro ser, has trascendido más allá que muchos, la luz, la paz, la sabiduría y la tranquilidad penetra en todos tus poros.
Saludos. (No podía evitar hablar de mi aliado, nuestro aliado el invierno…)    
   

domingo, 4 de noviembre de 2012



El tiempo no perdona…
Cuando tenia 13 años de edad me fascinaba ir al parque Juárez aquí en Xalapa, mirar a las gentes pasar con su mil ocupaciones mentales, me pasaba horas mirando el mirador hacia los lagos, pero lo que me gustaba mas era asomarme a una casa de aquellas legendarias, donde había un jardín hermoso, y muchos gatos, veía a sus ocupantes e imaginaba las muchas historias sobre Xalapa que sabían, veía a una señora de muchos años encima que paseaba en los largos pasillos de esta casa, 30 años después pude por fin entrar a esa hermosa casa, hoy es un museo donde se exhiben objetos de nuestra historia, desde libros, armas, muebles, el atuendo de Juanote, hasta la misma cocina de esta misteriosa casa, yo me sentí como hace 30 años, de echo volteaba a ver el lugar desde donde yo la veía, y aun siento la presencia de esa señora y su perfume de gardenia, acompañando a las maquinitas que pusieron en ese lugar donde aprietas un botón y aspiras recuerdos… ..